Mi cuarto blog
Espero que a la cuarta vaya la vencida. La vencida no sé muy bien qué es, pero parece que tiene que ser lo definitivo, lo más, después de eso la felicidad máxima, la gloria, el eclipse, y ya nada, porque de tanta felicidad debes morirte de asco, y de ahí el vacío sideral, el citalopram, el alprazolam, el ibuprofeno con cerveza, unas preguntas frecuentes sobre tí misma, la vida, y otro blog: Éste.
Pero, ¿qué es lo definitivo? Y sobre todo, ¿qué coño hacen algunos (pongamos un 91%) buscándolo?
Por partes. Yo me lo imagino un triunfo tan bestia, complaciente, paradisíaco y abrumador, que en una semana te ves con los pies en la cornisa de un ático diciendo: ¿y ya pa qué más?
Si ya está, has colmado todas tus expectativas, lo has conseguido, pues felicidades desgraciada. De tal manera, que si es tu caso, ya puedes irte al desierto más cercano en pelotas y sin cuchillas a empezar más de cero que Eva, que la tía ya tenía hoja, jardín y compañía asegurada. Empezar de cero para no aburrirte, y tener una alegría, un es no es, un puede que ahora sí, o no, seguro que no, pero ¿y si sí?.
Porque donde hay carencia hay ilusión, y esto puede aplicarse a cualquier aspecto de la vida.
Por ejemplo, qué sería de los 20 años si diéramos por hecho que a los 22 vamos a tener el trabajo de nuestras vidas. Ya te lo digo: sería como tener 82. Bueno, la verdad es que en algún momento de otra generación, a los 20 años te pensabas que dos años daban para mucho. Pero qué sería si no pensáramos con firmeza que eso es transitorio, que estamos conociendo una parte ínfima del mundo, aprendiendo de las relaciones y conflictos laborales, del puto asco que nos dan esos inútiles que nos han sentado al lado y que se piensan como tú que no vas a ser como ellos, que esto es sólo un paseíllo, porque vas a llegar a los 30 muy sabia, muy serena, muy madura, muy a tope. Sí, ya sé, esto también pasa a los 30 y a los 40, y hasta cuando te jubilas, pero eso ya sería lo jodidamente definitivo, y aquí esto no gusta, no casa, que para algo he hecho un blog, que seguro no sirve para nada (esa es la actitud).
Total, que da alegría un pensar que lo definitivo va a venir en un par de lustros a lo sumo y va a ser la bomba, y vas a vivir en la bomba, en una especie de éxtasis hasta que explote, y que cuando eso pase será con fuegos artificiales, que para algo has venido a este mundo, para que se note.
Y dios mío, casi lo olvidaba! Qué sería de nuestra juventud, sin ese pensar que vamos a encontrar al ser definitivo, un ser psicotrópico, con el que vamos a tener siempre algo súper interesante de lo que hablar, nos vamos a reír de lo mismo, no vamos a discutir casi nada, me va a poner y le voy a poner hasta cuando haga un Massiel en la fiesta más encorsetada con una botella de más, no va a haber más dudas en ningún minuto, que para algo es el definitivo, y si tiene algo bueno eso es que se acabaron los bajones, vamos a estar arriba hasta con 39 de fiebre, se acabaron las angustias, las crisis, el malestar general, la odinofagia. Por fin voy a ir puestísima de endorfinas todo el día gracias al ser definitivo que no se va a ir de mi vida, ¿verdad?. Lo va a entender todo de mí, me va a decir sí a todo, vamos a crecer en la misma dirección, vamos a estar sincronizados casi, va a parecer eso un baile de danza acuática por las campeonas mundiales, y lo mejor es que eso no me va a empalagar, vaciar, aburrir y dejar colgada como unas converse cualquiera en un cable lleno de mugre que de vez en cuando alguien mira en un barrio de mierda que va de tener encanto.
Y te lo crees, subnormal.
Me vas a decir que no estás más vivo cuando no sabes cómo va a acabar el día, angustiándote de vez en cuando pensando si en algún momento antes de los 50 vas a poder decir que intentaste hacer un blog definitivo unas 322 veces y a las puertas del infierno ni que sea pase algo que le de sentido al resto. Y que quién hoy está a tu lado no sabes ni por un segundo cuánto tiempo estará, que te gustaría que como mínimo fuera un tiempo prudencial, un saber qué había al menos, un cuánto. Pero, ¿y si no? Que sí, que a veces te pone de los nervios, y sobre todo 10 minutos antes de veros, pero que tiene un no sé qué que hace que del suelo surja música, quieras comprender lo incomprensible, que comprenda de ti lo que no soportarías en otro, esperar, ir deprisa un día, ir despacio al otro, más despacio al mes siguiente, más deprisa al otro, avanzando sin tener claro el objetivo, sólo sabiendo que quieres seguir otro día, porque oye esto me gusta mucho, para bien, para mal y paranormal, y quién sabe si a lo tonto a lo tonto un día hasta lo quieres, aunque no sepas para qué tampoco. Y que lo que hace ilusión es, entre otras cosas, no tener ninguna certeza de que algo nos va a salir definitivamente bien. Y eso en sí es lo definitivo.
Pues eso: a ser un poquito infeliz.